Page 10 - "Əvvəl dəniz vardı"
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Diez poemas colombianos
La música verbal, el prodigio de habitar el
mundo permitiendo que los versos hablen
de unas circunstancias que nos sobrepasan
con el poder del lenguaje que usamos con amor y es-
peranza, con deseo de transformar el tiempo que nos
fue otorgado, le han dado a la poesía colombiana un
talante de ensueño, marcado por la pretensión de tejer
nuestras ilusiones con la convulsa realidad que nos
tocó en suerte y hacerla más cercana y comprensible
cuando su amarga lección parece intolerable.
Somos tierra de poetas, parecería que no había
otra manera de con-vocar las palabras en los helados
e incómodos salones por los que se pasearon en el
siglo xix Rafael Pombo y José Asunción Silva, en un
país donde la gramática y el buen decir estaban en
boca de tantos. Tal vez éramos mejores cuando per-
mitíamos que el canto aflorara en los labios y la
música de los rondeles y las canciones infantiles in-
undara nuestros recuerdos, y nos sentíamos más felices
convocando los cortejos galantes que fueron deseos
de amor y belleza en los jardines de otro tiempo.
No quiere decir esto que nos hayamos refugiado
en un castillo in-tocado, una torre de marfil inexpugnable
a la terca materia de nuestros días como república,
iniciada desde que el sueño de Simón Bolívar nos
hizo libres, sino que hemos querido que en nuestros
versos se filtre lo más aéreo, lo más leve de nuestras
existencias, para así volver a sabernos dueños de
nuestro destino, hombres y mujeres capaces de vivir
con valor y entrega a un ideal que transmute en oro el
duro plomo de nuestros afanes.
En esta selección de diez poemas colombianos
podemos apreciar cómo se ha escrito sobre nuestro
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La música verbal, el prodigio de habitar el
mundo permitiendo que los versos hablen
de unas circunstancias que nos sobrepasan
con el poder del lenguaje que usamos con amor y es-
peranza, con deseo de transformar el tiempo que nos
fue otorgado, le han dado a la poesía colombiana un
talante de ensueño, marcado por la pretensión de tejer
nuestras ilusiones con la convulsa realidad que nos
tocó en suerte y hacerla más cercana y comprensible
cuando su amarga lección parece intolerable.
Somos tierra de poetas, parecería que no había
otra manera de con-vocar las palabras en los helados
e incómodos salones por los que se pasearon en el
siglo xix Rafael Pombo y José Asunción Silva, en un
país donde la gramática y el buen decir estaban en
boca de tantos. Tal vez éramos mejores cuando per-
mitíamos que el canto aflorara en los labios y la
música de los rondeles y las canciones infantiles in-
undara nuestros recuerdos, y nos sentíamos más felices
convocando los cortejos galantes que fueron deseos
de amor y belleza en los jardines de otro tiempo.
No quiere decir esto que nos hayamos refugiado
en un castillo in-tocado, una torre de marfil inexpugnable
a la terca materia de nuestros días como república,
iniciada desde que el sueño de Simón Bolívar nos
hizo libres, sino que hemos querido que en nuestros
versos se filtre lo más aéreo, lo más leve de nuestras
existencias, para así volver a sabernos dueños de
nuestro destino, hombres y mujeres capaces de vivir
con valor y entrega a un ideal que transmute en oro el
duro plomo de nuestros afanes.
En esta selección de diez poemas colombianos
podemos apreciar cómo se ha escrito sobre nuestro
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